[su_pullquote align=»right»]Por David LE BRIS[/su_pullquote]
A pesar de la importancia del fenómeno, no existe una definición clara de lo que es un crack bursátil. Probablemente, las caídas de mercado deberían ir ligadas a sucesos significativos pero a menudo es difícil establecer una relación entre eventos históricos y reacciones del mercado. Por ejemplo, en 1914 cuando la Primera Guerra Mundial estalló, el índice bursátil francés cayó tan solo un 7,14%, una caída mensual que ocupa el puesto 105 en la historia de la bolsa francesa.

Una caída porcentual tiene un impacto mayor en un mercado estable que en un mercado altamente volátil. Un crack no es simplemente una descenso del porcentaje bruto, sino que representa una variación significativa en comparación con una situación previamente observada.

Por tanto, los cracks deben ser analizados en función del la situación financiera que les precede. Propongo un nuevo y sencillo método que identifica los cambios de precios. Tiene en cuenta la volatilidad anterior para medir cada cambio mensual, no en porcentaje bruto, sino en el número de desviaciones estándar. El índice bursátil francés solía tener una baja volatilidad antes de 1914. De esta manera, el modesto descenso del 7.14 % representa una caída de 6.09 desviaciones estándar, colocándolo en el segundo lugar de las peores crisis financieras en Francia. Este ranking es mucho más coherente con el contexto histórico.

En un artículo (próximamente en Economic History Review), se aplicó este método a una serie de índices bursátiles estadounidenses y franceses y a bonos del estado británicos a largo plazo. Este nuevo método ofrece una perspectiva diferente sobre los shocks financieros. Se establece una mejor correlación entre cracks y los sucesos históricos que simplemente teniendo en cuenta variaciones en índices bursátiles. Eventos que aparentan ser insignificantes en términos financieros cuando se miden en porcentajes, pasan a ser crisis importantes después de ajustar la volatilidad. Esta mejor correlación entre caídas y sucesos históricos aporta una nueva visión perspectiva a muchos debates históricos.

De acuerdo con otras fuentes históricas que señalan la gravedad de la crisis de 1847, este episodio se sitúa entre los diez cracks principales del mercado de bonos británicos, mientras que ocupa el lugar 102 en términos de cambios estrictos de precios. El estallido de la guerra civil norteamericana causó una caída importante, apoyando a los que defienden la parte de los costes en el debate sobre los costes/ventajas ocasionados por este conflicto. La conferencia de Berlin, en la que se organiza la partición de África, conduce al colapso de los bonos británicos, como si el mercado estuviera asumiendo el futuro coste de la colonización de África en las finanzas públicas de dicho país. Las guerras previas al 1914 (Franco-Prusiana, Ruso-Otomana, Levantamiento de los Bóxer en China, Guerra de los Bóer War, etc.) provocaron muchas caídas tanto en el mercado bursátil francés como en el los bonos del estado británicos, apoyando así la narrativa tradicional de la importancia de estos conflictos a pesar de los modestos cambios en los precios sufridos durante esta época de baja volatilidad.

En cuanto al siglo XX, el estallido de la Primera Guerra Mundial causó grandes caídas tanto en el mercado bursátil francés como en el de los bonos del estado británicos, mitigando las perspectivas de colapso subyacente. No es posible identificar más caídas antes que después de la creación de la Ley de Reserva Federal en 1913, cuyo rol en estabilizar los mercados es aún hoy cuestionado. Dos cracks en Francia durante los años 20, provocados por asuntos monetarios, respaldan el análisis de la política monetaria francesa como un factor importante en los problemas de entreguerras. Los episodios más candentes de la Guerra Fría provocaron caídas en los mercados franceses y británicos, una situación coherente con el riesgo de colapso financiero en ese momento.

La ausencia de una crisis en 1929 en la Bolsa de París y los mercados de bonos británicos respalda la idea de que la Gran Depresión llegó a Europa por canales que no eran los mercados financieros. La crisis del 2008 se diferencia en este punto porque tanto el mercado francés como el estadounidense cayeron en picado.
Quizás esta nueva herramienta de medición puede mejorar nuestra comprensión de los mecanismos financieros.