Un mundo nuevo se está construyendo. En lugar de navegar por un Internet plano, llegará el momento en que entraremos en un universo virtual en el que interactuaremos, y todo cambiará: desde la formación y el ocio a la comunicación entre personas. Dejaremos de ser espectadores para ser protagonistas, en el que viviremos experiencias inmersivas a través de nuestro avatar. Realizaremos actividades casi físicas, y nacerán nuevos negocios y sectores que actualmente están en proceso de definición. El futuro digital tiene nombre propio: metaverso. Y quedarse al margen no es una alternativa.

Imagina una ciudad cuya expansión no se calcula en metros cuadrados sino mediante píxeles. Solo existen en el ciberespacio, pero aun así se compran y se venden a precios desorbitados. Quienes los poseen, los utilizan como plataforma de negocio para vender cualquier producto o servicio que puede existir en el mundo real: visitar un museo, proyectar una película, asistir a un concierto en directo o como sede social de una gran empresa. Un mundo virtual hecho a imagen y semejanza del mundo real, donde se pueden construir y vivir vidas paralelas. El metaverso –más allá del universo- no es ciencia ficción, es una revolución digital que ya está en marcha y que los expertos aseguran que en las próximas décadas transformará la manera de interactuar que tenemos como sociedad.

Lo que diferencia el uso de la tecnología actual del metaverso es claramente el concepto inmersivo. Nos adentraremos gracias a las aplicaciones y dispositivos, trasladaremos nuestra conciencia y será nuestra realidad. Para que nos hagamos una idea de su potencial, el stand que ofrecía la posibilidad de experimentar esta inmersión fue la estrella del último Mobile World Congress, incluso recientemente se ha realizado el GM Barcelona, el primer fórum del país en el que se ha hablado del metaverso, y de cómo las marcas deben integrarlo en su estrategia de comunicación.

Es decir, todavía es el futuro; pero el concepto o la idea forma parte del presente. El estudio Top tendencias digitales 2022, elaborado por IAB Spain, ya habla de esta nueva realidad y sitúa el metaverso como resultado de la evolución de las redes sociales. La velocidad con la que cambie la tecnología, los comportamientos sociales y las tendencias relacionadas con este mundo marcarán el ritmo de esta revolución. En todo caso, el estudio analiza e investiga temas como los bienes virtuales (NFT), la realidad aumentada, los influencers virtuales y la creación de contenidos experienciales. Hay muchos conceptos nuevos que muy pronto habrá que introducir en nuestro día a día.

EMPEZAREMOS JUGANDO

El sector del juego es y será el primero en alcanzar la cima del metaverso. Tomamos, por ejemplo, las películas de ciencia ficción de Steven Spielberg Ready Player One (2018), basada en la novela de Ernest Cline; o Tron, de Steven Lisberger, rodada en 1982. Una visión cinematográfica que empieza a ser realidad. Actualmente, muchos videojuegos como Fortnite o Pokemon Go ya ofrecen la posibilidad de vivir experiencias inmersivas a través de dispositivos externos, como por ejemplo gafas de realidad aumentada y mandos manuales.

Además, Fortnite es también un claro ejemplo de cómo las grandes marcas apuestan por estar dentro del juego, como Nike que vendió zapatillas como bienes virtuales, o Carrefour que ha creado un juego dentro del juego llamado Healthy Map en el que puedes comer sano para tener “más vida”.  Otras marcas como Fanta o Samsung invierten también en este videojuego. Es decir, los ingredientes ya están, pero todavía nos falta mucho para poder hablar del metaverso. Por ejemplo, la capacidad física de los ordenadores o dispositivos que todos tenemos en casa nuestra, actualmente no pueden procesar en tiempo real todo lo que haría falta para que la simulación fuera perfecta.

Por eso, es importante no confundir la capacidad inmersiva que ya ofrecen algunos videojuegos con el concepto de lo que será el metaverso. En un videojuego alguien ha previsto todos los escenarios y acciones posibles; pero es muy distinto moverse en una experiencia inmersiva en que no se sabe cómo actuará ni hacia dónde irá cada usuario.

METAZUCKERBERG

El hecho que se hable más del metaverso, a pesar de no estar tecnológicamente lo bastante maduro, tiene un responsable: Mark Zuckerberg, el creador de Facebook. El octubre del año pasado, el propietario de Instagram y WhatsApp presentó la nueva marca de la empresa: Meta. La propuesta de Zuckerberg va más allá de un cambio de nombre y exhibe la evolución de las actuales plataformas y redes sociales hacia el mundo de la realidad inmersiva: el metaverso. ¿Pero por qué ahora? Muchos expertos alertan que el momento por el que atraviesa la compañía es negativo: el número de usuarios va a la baja y el tiempo de conexión, también. Además de los problemas legales en Europa. Es muy posible que necesite una cortina de humo y dar a sus accionistas un mensaje de futuro. De hecho, el mismo Zuckerberg admitió que la idea de metaverso no sería perfecta hasta dentro de diez años.

Otro motivo que ha propiciado que muchos hablen de ello es el mercado de negocio tan grande que se abre, incluso antes de que esto empiece a funcionar. Para entender qué está pasando en el ciberespacio y la enorme cantidad de dinero virtual que ya se mueve, me gusta hacer una comparativa con Las Vegas. El primero que creyó que en medio del desierto, de la nada, podía salir una ciudad como Las Vegas, compró terrenos y se enriqueció. El afán de hacerse rico, si eres el primero en llegar, es la misma. El metaverso funcionará, pero falta ver si la inversión es tan buena como lo fue Las Vegas.

EL NEGOCIO VIRTUAL

Gracias a las nuevas tecnologías, hoy podemos hacer compras virtuales con garantías. Son, generalmente, compras de objetos o servicios tangibles: un libro, un sofá o una entrada de un cine… En el mundo de los videojuegos, pero, los jugadores ya compran productos/servicios que no existen físicamente y que solo se pueden usar en este entorno: compran vidas, espadas o sistemas de protección para sus personajes. Probablemente así será también el negocio que se moverá en el metaverso.

Para movernos en el espacio virtual, lo primero que necesitaremos será una imagen que nos identifique y que nos represente: nuestro avatar. La identidad dentro del metaverso es una de las partes más importantes. Un mundo libre donde definiremos nuestro nuevo yo, que puede ser realidad o fantasía. En las redes sociales ya tenemos un perfil que nos representa. Es la misma idea, pero en lugar de ser una imagen plana tendrá volumen, movimiento y expresiones. Un usuario, a través de su avatar, se moverá por el metaverso para asistir, por ejemplo, a una reunión de trabajo, a un concierto, o a una escuela de negocios. El avatar será único, y del mismo modo que no llevas la misma ropa para ir a la oficina que para ir a jugar un partido de pádel, podrás comprarle ropa para hacer una actividad u otra. De hecho, para mover a tu avatar, ya hay prototipos que te hacen sentir a través de guantes y camisetas llenas de cables, pero con el tiempo, probablemente, todo esto se resumirá en una pulsera que te enviará impulsos y controlará tu pulso cardíaco.

El negocio es infinito: los espacios virtuales se crearán a partir de objetos y servicios virtuales que habrá que comprar. Ya hay experiencias en este campo. Plataformas como Engage, en la que se han construido campus virtuales de una decena de instituciones educativas. Un entorno de realidad virtual en la que ya se imparten cursos, puedes practicar con simuladores e interactuar con otros alumnos y profesores; también hay plataformas de juego como Roblox, que consiguió reunir a millones de espectadores en conciertos virtuales (ejemplos claros de la gamificación de la música) del rapero Lil Nas X o de la cantante pop Ariana Grande. O los denominados protometaversos como son Decentraland, el primer mundo virtual desarrollado sobre la tecnología blockchain. No se trata de un juego, sino un negocio que atrae inversores de todo el mundo que compran terrenos en esta ciudad virtual donde replicarán sus negocios reales, con un volumen de negocio de más de 70 millones de dólares.

O Zepeto, creado en 2018, un universo donde puedes crear una versión digital de ti mismo, adquiriendo todo tipo de ropa y accesorios para personalizar tu avatar (con las mejores marcas de moda). Puedes hacer amigos y sociabilizar en su mundo. Muy recomendable.

NUEVA TECNOLOGÍA. NUEVOS CONCEPTOS

Para que esta compraventa de objetos no reales sea un negocio, ha habido que desarrollar una nueva tecnología que dé garantías que aquello que compras es tuyo, que realmente existe en este entorno virtual y que no puede desaparecer. Y es aquí cuando entran en juego nuevos conceptos: blockchain, tokens y NFT, unas palabras difíciles de asimilar que, en definitiva, son los que nos permiten certificar si un objeto es virtual y cómo registrarlo a nombre de alguien.

Blockchain es la tecnología que hay bajo el metaverso, el hormigón y las vigas que hacen posible que se pueda edificar. Asociado a ésta, tenemos los tokens que son objetos similares al dinero pero que carecen de valor de curso legal. Mientras que los NFT (non fungible token) son unidades singulares digitales que la gente puede crear y comprar, y que tienen consistencia propia a lo largo del tiempo porque son únicas y, por lo tanto, coleccionables y vendibles. Un NFT sería como el cuadro de la Gioconda: por muchas replicas que circulen, solo hay un original certificado.

Para explicarlo mejor, en nuestro mundo nos hemos organizado para identificar objetos. Por ejemplo, un coche tiene una matrícula y un número de bastidor que lo identifica y lo hace único, y además puedo ir a la Dirección General de Tráfico a registrarlo a mi nombre o venderlo y que se registre a nombre de otra persona. Ahora, la tecnología blockchain te permite certificar la propiedad de una cosa virtual y hacer operaciones con las mismas garantías.

Esto empieza ahora y, lógicamente, nos genera muchas dudas e incertidumbres. Lo que parecía inamovible, deberá cambiar. Un ejemplo de todo ello es Google. Durante años ha sido la marca por excelencia de Internet. Pero en los últimos meses ha visto como el 40% de los jóvenes de la Generación Z ya no utilizan tanto su buscador, sino buscan contenido directamente en Tik Tok. Este cambio de comportamiento es una seria amenaza para el gigante que probablemente tratará de ofrecer los resultados de la búsqueda más interactivos e inmersivos, añadiendo realidad aumentada y mejorando la experiencia del usuario. Un claro ejemplo de ello es que muy pronto Google permitirá crear vídeos ultrarrealistas a partir de texto gracias a la inteligencia artificial. Un paso más hacia el metaverso.   

Es decir, tardará más o menos, pero nadie niega que el futuro digital pasara por el metaverso, y mi recomendación es no cerrarse a lo que tiene que venir. Que se mantenga viva la curiosidad y las ganas de entenderlo porque puede tener cosas buenas. Toca observar con criterio. Seguramente tendrá muchos riesgos como una mayor adicción a las pantallas y  se ensanchará la brecha digital. Pero aun así, tocará adaptarse. Los primeros que descubrieron el fuego, en torno al año 400.000 a.C., se quemaron y, a pesar de que continúa quemando, no hemos dejado de utilizarlo. Lo digital es el fuego del siglo XXI; es peligroso y quema, pero puede ser muy útil. En lugar de apartarlo tendremos que aprender a utilizarlo.

Autor: Joan Margarit, analista en Marketing y Comunicación


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