Entender qué es la felicidad y qué factores influyen en la nuestra resulta interesante. Con el desarrollo del estudio científico sobre el tema se abre por fin la posibilidad de comprender una pregunta tan abstracta como: “¿Por qué resulta tan difícil ser feliz?” Cada una de las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra existencia persigue la incesante búsqueda de la vida ideal, un motivo que nos vale para descubrir cómo podemos maximizar la felicidad a través de la comprensión de aquello que, tal vez, nos esté impidiendo alcanzarla. Entremos pues en el aprendizaje de esos complejos factores que determinan nuestra felicidad y aprendamos a manipularlos para poder alcanzarla.

¿Qué sé sobre la felicidad?

Acabé mi Bachelor in Management a finales de abril de 2017. Fue en ese momento que empecé a inquietarme por lo que estaba por llegar. Me sentí presionado para seguir estudiando y, a la vez, para encontrar trabajo, a fin de cuentas, había terminado la universidad. Podríamos decir que sucumbía al “éxito social”. Es curioso, pero también pensé que ese éxito me permitiría ser feliz. ¿Quién no ha sentido la necesidad de tener que satisfacer las expectativas que los padres han depositado en nosotros? Un tipo de vida que padres y amigos nos imponen porque, a su vez, también ellos han crecido bajo el modelo de educación que reza que si “tienes éxito serás feliz”. En dos palabras, sabía tanto sobre la felicidad como los demás. La única diferencia es que yo era consciente de que no era feliz.

Abrumado por la presión, me vino a la cabeza la necesidad de viajar, de cambiar de entorno; de tomarme el tiempo suficiente para poder decidir con acierto. Así que hice las maletas y puse rumbo hacia Colombia, donde iría a trabajar como voluntario. ¿Cuál era sin embargo el verdadero propósito de mi aventura? Sé que, con mi viaje a ese país, quería saber más sobre mí, conocer las entrañas de mi personalidad que habían permanecido escondidas durante años. Por otro lado, deseaba poner a prueba mi resistencia al miedo, ser testigo de la expansión de la economía colombiana y conectarme con su sociedad. ¡Qué fortuna la mía haber reunido el valor suficiente para emprender ese viaje! Porque allí, disfrutando de una magnífica experiencia de vida, eso es lo que aprendí sobre la felicidad.

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En primer lugar, antes de abordar el concepto de la felicidad, hay que entender lo que eso significa para ti. En este sentido, concibo la felicidad como un sentimiento de libertad y la capacidad de ser tú mismo frente a todo el mundo. Un sentimiento que se ve reforzado por las circunstancias externas positivas que me permiten ser optimista cara el futuro. No obstante, eso son solo elementos de apoyo, no el epicentro de una vida feliz. Sin perder esa definición de vista, la escalofriante pregunta de “¿Qué quieres hacer en la vida?” va más allá. Piensa en esta otra: “¿Cómo puedo proyectar la mejor versión de mí mismo en cada faceta de mi vida, incluyendo mi profesión?” Para poder responder a eso, hay cinco factores, todos de igual rango, que uno debería tener en cuenta:

  • Identidad: ¿Quién eres? ¿Qué quieres llegar a ser?
  • Miedos: ¿De qué tienes miedo?
  • Creencias sociales: ¿En qué crees? ¿Qué te dice la gente?
  • Funcionamiento del cerebro: ¿Cómo te sientes cuando piensas en lo que te depara el futuro? 

Insisto en el factor miedo y en las creencias sociales, los que más peso tienen en las decisiones que he tomado en mi vida. El miedo a morir, a morir y a caer en el olvido, el miedo a no ser alguien especial, a no ser reconocido por mis compañeros, a no estar a la altura de los demás, a parecer inseguro (tipo, no soy tan bueno como los demás), a no poder afrontar mis inseguridades (a que me acepten y poder controlarlas), y el miedo a mostrarme vulnerable me han impedido, en cierta medida, tomar decisiones y a vivir la vida al máximo.

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Me he dado cuenta de lo irracionales que pueden llegar a ser estos miedos. De hecho, se deben, todos ellos, a una serie de situaciones aisladas de mi pasado que, por alguna razón, tienen un efecto significativo en mi presente. Comprender mi patrón cerebral era algo imprescindible para vencer este pensamiento natural que me empuja hacia el miedo. De este modo, hacer un voluntariado en Colombia y vivir con gente de allí con otro estilo de vida y distintas expectativas educativas me sirvió para darme cuenta de que el ambiente de aprendizaje en la infancia que uno vive es lo que forja tu personalidad, tus deseos y expectativas, pero también los miedos que te acompañarán el resto de su vida.

Llegados a este punto, hemos visto cuatro de los factores que influyen en nuestras decisiones y nivel de felicidad. Todavía queda uno, posiblemente el más subestimado e infrautilizado, pero ciertamente el más importante de todos: el factor amor. El amor por los demás, el amor que te permite cruzar los límites que te has marcado, un amor que al fin y al cabo lo te permite descubrir y convertirte en una mejor persona. Sin duda, un potente elemento en tu vida.

Conocí, durante mi viaje, a personas que vivían en circunstancias más desfavorables que yo, pero que parecían más felices. ¡Diría que su felicidad era el resultado de sus relaciones sociales, de su alegría innata, de la religión como sistema de apoyo y, probablemente, del fantástico clima bajo el que viven! Unos factores externos adicionales que influyen en el germen de la felicidad, aunque hasta cierto punto. Tal como dijo la actriz Kerry Washington en una entrevista en ocasión de la Forbes Women’s Summit 2017, “Mis sueños y ambiciones no son factores que me limiten, sino que evolucionan y son incompletos. Tan solo forman parte de los dones que tengo”.

 

Conclusión:

¡Lo más importante de mi experiencia en Colombia fue poder dar! Dar a los demás y preocuparse por otra persona que no fuera yo. Creo sinceramente que la felicidad solo se puede compartir.

Para acabar, tal vez lo que quieras hacer no es lo que dicte tu propia voluntad, sino una combinación de factores sociales que acaban imponiendo un plan idealista sobre lo que debe ser una vida llena de éxito. Aprender a reconocer la compleja combinación de los factores en juego, y entender si son ellos los que están al mando de tus decisiones, es lo mejor que puedes hacer para intentar desconectar el “piloto automático” y tomar las riendas de tu vida. El libro Pensar rápido, pensar despacio de Daniel Kahneman nos descubre la importancia de reconocer este patrón y de tomarse su tiempo para pisar el freno y pensar en todos los factores que dictan nuestra existencia.

“Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.” Nelson Mandela.

La mayor lección que he aprendido de mis experiencias es dirigir mi vida con amor en vez de con miedo. Mi mejor consejo si te sientes desorientado es que te calmes, que te tomes todo el tiempo que necesites para analizar los factores que te dan miedo y te obligan, y que, cuando estés listo, ¡decidas levantarte y brillar! ¡Así debería ser!

Théo Beyt – antiguo alumno de TBS, profesional del marketing management y del análisis de datos, viajante y ciudadano del mundo.


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