[su_pullquote align=»right»]Por Ingrid Molderez y Kim Ceulemans [/su_pullquote]
¿Lograrán nuestros futuros administradores de empresa resolver los retos de sostenibilidad? ¿Puede el arte contribuir a adquirir competencias de sostenibilidad en la formación empresarial? Nuestro estudio investigó el poder que el arte tiene en fomentar el pensamiento sistémico, una de las competencias clave de la sostenibilidad, y en ayudar a los estudiantes de administración de empresas a pensar de forma más creativa sobre las opiniones divergentes que existen sobre la sostenibilidad.

Treinta años después de que la Comisión Brundtland popularizara el concepto de desarrollo sostenible, este tema se ha vuelto más urgente que nunca. Retos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la pobreza y la migración son omnipresentes y afectan a todas las personas, independientemente del lugar y del tiempo. No existen soluciones fáciles o inmediatas, pero la educación juega un rol fundamental en sensibilizar sobre sostenibilidad y en cómo responder a estos retos.

Paul Shrivastava, un influente académico de la gestión de empresas y la sostenibilidad, defiende que la educación para la sostenibilidad requiere más que simplemente la comprensión cognitiva. Son necesarios métodos de enseñanza alternativos que incorporen una implicación física y emocional. No obstante, los métodos pedagógicos que combinan “cabeza, corazón y mano” son poco comunes en los estudios de gestión empresarial. Los estudiantes de gestión empresarial están acostumbrados a estudiar temas con un impacto inmediato en el conocimiento y en las capacidades que necesitarán en el contexto empresarial. Las pedagogías con un enfoque más espiritual o creativo son inexistentes. Sin embargo, este es el foco de nuestra investigación. Usamos el arte como pedagogía para enriquecer a la persona íntegramente, para fomentar el pensamiento crítico y creativo en relación a la sostenibilidad y exploramos cómo los estudiantes reaccionan ante esto.

El concepto de sostenibilidad hace aflorar de nuevo la importancia de las conexiones entre los seres humanos y la naturaleza. Los límites que se han creado a modo de fuerzas divisorias entre humanos y su entorno tiene que ser percibidos de nuevo como fuerzas de unión, para vernos otra vez funcionando en harmonía. El cambio hacia la sostenibilidad genera emociones intensas y al mismo tiempo, estas emociones intensas son necesarias para generar el cambio hacia la sostenibilidad. El arte genera y estimula las emociones, provoca nuestra crítica y desafía nuestra comodidad. En relación al pensamiento sistémico y la sostenibilidad, el arte puede ayudar a centrarnos de nuevo en las conexiones e interdependencias de nuestros sistemas.

En nuestro estudio, mostramos cuadros a estudiantes de gestión de empresas durante el curso de responsabilidad social corporativa a nivel máster. No nos centramos específicamente en artistas que usan su arte para criticar el impacto negativo que los humanos tienen sobre el medio ambiente. Optamos por pintores que no son conocidos por su compromiso con el ecologismo, pero cuyo arte nos hace reflexionar sobre el rol que el ser humano tiene en la sociedad. El cuadro de René Magritte Les Jours Gigantesques fue una fuente de inspiración y reflexión para ayudarles a pensar y dialogar sobre los límites como fuerzas de conexión y desconexión en el contexto de la sostenibilidad.

Después de la clase, hicimos una encuesta a los estudiantes que participaron con el fin de estudiar su receptividad hacia el arte en un curso de gestión de empresas. Exploramos si consideraban que el arte era relevante, o no, para estudiar tres aspectos de pensamiento sistémico, es decir, la relación sistema/medio ambiente, pensar en patrones y relaciones y entender las interacciones entre el sistema y el medio ambiente. Para cada uno de estos aspectos, la mayoría de los estudiantes encuestados estaban de acuerdo en que el arte puede ser muy relevante para tratar estos temas. Los estudiantes recalcaron que el uso del arte era útil para mostrar diferentes puntos de vista, que facilitaba la comprensión del tópico desde otra perspectiva, y que les ayudaba a ver la importancia de las conexiones dentro de la sostenibilidad.

En este estudio la mayoría de los estudiantes eran receptivos a usar el arte porque les abría los ojos y les hacia pensar de forma diferente sobre la sostenibilidad. Aun así, algunos estudiantes eran también muy críticos, porque tenían una idea fija sobre el arte, es decir, consideraban que era solo relevante para una exposición sobre sostenibilidad y no de un modo abstracto para entender o dialogar sobre ese tema. Consideraban que mostrar fotos sobre lo que está pasando realmente en el mundo sería más efectivo. Sin embargo, cabe destacar que el arte no se puede usar de forma funcional, ya que eso va en contra de los conceptos fundamentales de lo que conforma el arte. Así pues, no estábamos buscando una relación causal entre usar arte y aprender de forma efectiva sobre sostenibilidad, si no que teníamos la intención de explorar las maneras de conectar “la cabeza, las manos y el corazón” en la formación empresarial.

¿Qué podemos aprender de esta investigación?

Mientras que la formación empresarial es conocida por su enfoque funcionalista, deberíamos recordar que los estudiantes de gestión empresarial pueden ser receptivos a métodos alternativos de aprendizaje. El uso de los cuadros puede ser un método relevante para explicar temas de sostenibilidad, fomentar el pensamiento crítico y adoptar un planteamiento holístico al activar la creatividad de los estudiantes. El arte puede ayudarles a pensar de forma crítica sobre los conceptos de sostenibilidad abordados en clase, y mostrarles que hay espacio para diferentes enfoques e interpretaciones de tan complejos conceptos.

La enseñanza superior tiene un rol muy importante a jugar en la sensibilización de los estudiantes hacia el desarrollo sostenible, y en ayudarles a desarrollar competencias para abordar temas de sostenibilidad. El arte y los artistas poseen un don para hacer que las personas piensen de forma crítica, para que traspasen los límites, para despertar emociones que son importantes si queremos cambiar nuestro punto de vista sobre un tema (como la sostenibilidad). La enseñanza superior debería plantearse dejar de limitar el arte a estudiantes de disciplinas relacionadas con este campo y sobrepasar las tan estrictas barreras que existen entre disciplinas. El arte puede ser inspirador para cada disciplina y tiene cabida en todos los programas de estudio, incluyendo las disciplinas percibidas como menos receptivas, como la administración de empresas, ingeniería o derecho entre muchas otras.

[su_spoiler title=»Metodología»]Este articulo fue originalement publicado en «Economists Talk Art», basado en: Molderez, I. & Ceulemans, K. (2018). The power of art to foster systems thinking, one of the key competencies of education for sustainable development. Journal of Cleaner Production, 186, 758-770. [/su_spoiler]

[su_pullquote align=»right»]Por Gilles Lafforgue [/su_pullquote]

Hoy en día, las cuestiones relacionadas con el clima acaparan, más que nunca, las negociaciones internacionales. ¿Podría realmente contribuir la captura y almacenamiento de carbono (CSC) a la reducción de las emisiones sin por ello disminuir el consumo de energías fósiles?

Actualmente, las energías fósiles representan cerca del 80 % de los aportes mundiales en energía primaria[1], y su bajo coste contribuye al aumento de su competitividad frente a las energías renovables (solar, eólica, biomasa…). Sin embargo, su uso generalizado contribuye en un 65 % a las emisiones de gas de efecto invernadero, principalmente de CO2, que se acumulan en la atmósfera y ayudan al calentamiento del planeta.

Captura y almacenamiento de CO2: ¿una alternativa factible?

En espera de una transición energética más sostenible, la captura y almacenamiento de carbono (CSC) parece una alternativa factible a medio plazo para limitar las emisiones, sin por ello imponer una reducción de energías fósiles. Desarrollada en los años 70 para mejorar la extracción eficiente de los yacimientos de petróleo, la técnica del CSC consiste en capturar las emisiones de carbono en la fuente antes de que sea expulsado a la atmósfera para luego almacenarlas en reservorios naturales (por ejemplo, acuíferos salinos, formaciones geológicas que acogen una fuente de agua con alto nivel de sal no apta para el consumo), en antiguas explotaciones mineras o en yacimientos de hidrocarburos (actualmente en servicio o agotados). El CSC está demostrando ser eficaz, ya que puede eliminar entre un 80 y un 90 % de las emisiones procedentes de las centrales térmicas de carbón o de gas.

Aún está por determinar el coste de utilización de este procedimiento. El despliegue del CSC resulta rentable si el impuesto sobre el carbono[2] se sitúa entre los 30 y 45 dólares por tonelada para las centrales térmicas de carbón, y entre los 60 y 65 dólares por tonelada para las de gas (teniendo en cuenta que los precios debería bajar en función de los avances tecnológicos). Sin embargo, el CSC solo puede aplicarse a un coste razonable en aquellos sectores cuyas emisiones sean más significativas y más concentradas: las industrias pesadas (fábricas de cemento o siderurgia) o las centrales termoeléctricas (especialmente de carbón). En cuanto a las emisiones difusas y de escasa importancia, por ejemplo aquellas que proceden de los medios de transporte o de la agricultura, esta tecnología sería inadecuada.

Por lo tanto, ¿qué estrategia debería adoptarse para optimizar el almacenamiento de CO2?

Las estrategias del despliegue del CSC

Hemos desarrollado un modelo dinámico para vincular eficazmente la explotación de recursos fósiles con el almacenamiento de CO2 que responde a esta pregunta y que permite definir el ritmo óptimo de despliegue del CSC. En él, se tienen en cuenta tres parámetros primordiales: la disponibilidad de recursos fósiles, la acumulación de carbono en la atmósfera (y su absorción por la biosfera y los océanos) y la limitada capacidad de los espacios para almacenamiento. Mediante este modelo, se demuestra la ideoneidad de almacenar el mayor porcentaje posible de CO2 emitido por la indústria desde el inicio de la operación del CSC. Posteriormente, el almacenamiento del CO2 disminuye de manera progresiva hasta que el espacio de almacenamiento se haya llenado totalmente. Hay que señalar que mientras se pueda almacenar CO2, el consumo de energías fósiles sigue siendo constante. Este consumo cae cuando el reservorio está saturado y todo el CO2 emitido quede sujeto al pago del impuesto sobre el carbono. Es ahí cuando intervienen las energías renovables.

En otra línea de investigación, se analizaron las políticas óptimas para la captura de las emisiones de CO2 de dos sectores diferentes. El sector 1, que abarca la industria pesada (siderurgia y fábricas de cemento) y las centrales termoeléctricas, por ejemplo, cuyas emisiones son concentradas, tiene acceso al CSC y puede reducir sus emisiones a un coste razonable. El sector 2, es decir, el sector de los transportes, cuyas emisiones son más difusas, solo tiene acceso a una tecnología de captación de CO2 más costosa (por ejemplo, la captación atmosférica, una técnica que consiste en recuperar el CO2 en la atmósfera mediante un proceso químico que aísla las moléculas contaminantes). Al haber tomado en consideración estos dos sectores denominados «heterogéneos», se demuestra que resulta de suma importancia comenzar la captación de las emisiones del sector 1 antes de alcanzar el límite de contaminación autorizado. La captación de emisiones del sector 2 debería comenzar cuando se haya alcanzado el límite de contaminación, y con ciertas limitaciones. Respecto al impuesto sobre el carbono, la investigación dio a conocer que este debería ser mayor durante la fase previa al alcance de dicho límite y, una vez se haya obtenido el umbral, las autoridades deberían bajarlo gradualmente hasta aplicar el tipo impositivo cero.

Impuesto sobre el carbono: el coste óptimo para una competitividad mínima del CSC

En una economía del mercado, está bastante claro que la única forma de alentar a los industriales para que capturen y almacenen CO2 es establecer un precio al carbono, por ejemplo, por medio de un impuesto. De hecho, desde el punto de vista del «coste-beneficio», los industriales comparan el coste de almacenamiento de una tonelada de carbono con el eventual impuesto que pagarían si dicha tonelada fuese emitida en la atmósfera. Dicho impuesto será único y se aplicará a todos los sectores, independientemente de la cantidad emitida o de su naturaleza. Ahora bien, ¿qué nivel de impuesto garantiza una competitividad mínima del CSC y asegura su desarrollo? A juicio del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) y con el objetivo de limitar el aumento global de las temperaturas en 2 ºC, sería necesario que el límite de contaminación atmosférica no excediera los 450 ppm (partes por millón). Esto se traduce por un tipo impositivo sobre el carbono de 40 dólares por tonelada de CO2 en 2015, alcanzando los 190 dólares por tonelada de CO2 en 2055 (fecha en que se haya alcanzado el umbral), lo que permitiría estimular en gran medida el desarrollo del CSC.

No obstante, es importante señalar que la captación solo es una solución provisional que permite retirar de la atmósfera las emisiones de carbono, a la vez que se obtiene una energía relativamente a bajo coste en relación con las energías renovables. De aquí a 2030, las políticas tendrán que establecer estrategias para conducir una transición sostenible hacia las energías limpias.

[1] Energía primaria: una fuente de energía primaria es toda forma de energía disponible en la naturaleza antes de ser convertida o transformada (gas natural, petróleo…).

[2] Impuesto sobre el carbono: oficialmente denominado Contribution Climat Energie (CCE) en Francia, el impuesto sobre el carbono es una tasa que se agrega al precio de venta de productos o servicios en función de la cantidad de gas de efecto invernadero emitido durante su uso, tales como el gas carbónico (CO2, dióxido de carbono). El impuesto está vigente desde enero de 2015 y asciende a 7 euros/tonelada de carbono. Se estableció este límite de concentración atmosférica de CO2 en base a los objetivos de reducción del aumento de las temperaturas que se deseen alcanzar (el ya conocido +2 ºC).

[su_note note_color=»#f8f8f8″]Por Gilles Lafforgue, y los artículos «Lutte contre le réchauffement climatique : quelle stratégie de séquestration du CO2?» (Lucha contra el calentamiento global: ¿cuál sería la mejor estrategia de almacenamiento de CO2?) publicado por TBSearch, «Optimal Carbon Capture and Storage Policies» (Políticas de captura y almacenamiento óptimo del carbono) (2013), publicado por Environmental Modelling and Assessment, escrito por Alain Ayong le Kama (EconomiX, Universidad de París Oeste Nanterre), Mouez Fodha (Escuela de Economía de París) y Gilles Lafforgue, y «Optimal Timing of CCS Policies with Heterogeneous Energy Consumption Sectors» (El momento óptimo para las políticas de CCS en los sectores heterogéneos de consumo de energía) (2014), publicado en el Environmental and Resource Economics, escrito por Jean-Pierre Amigues (TSE), Gilles Lafforgue y Michel Moreaux (TSE).[/su_note]

[su_box title=»Aplicación práctica» style=»soft» box_color=»#f8f8f8″ title_color=»#111111″]Los modelos macroeconómicos desarrollados permiten reflexionar sobre la manera en la que puede aplicarse el almacenamiento del CO2 para luchar eficazmente contra el calentamiento global, maximizando las ventajas de la explotación de energías fósiles. A nivel de emisión de CO2 que se debe reducir, las teorías generan una perspectiva pragmática, material suficiente para sugerir políticas públicas con vistas a animar a los industriales para que almacenen el CO2 en vez de pagar el impuesto sobre el carbono.[/su_box]

[su_spoiler title=»Metodología»] En el primer estudio, se elaboró un modelo dinámico de óptima gestión de recursos energéticos teniendo en cuenta las interacciones economía-clima. Se atribuyó un valor al carbono que dañaría la actividad económica.
En cuanto al segundo modelo, se adoptó un enfoque «coste-beneficio». Asumiendo como umbral máximo de emisiones a no superar (protocolo de Kioto), a partir del cual se determina el nivel de despliegue del CSC y se le atribuye un valor financiero al carbono.
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[su_pullquote align=»right»]Por Delphine Gibassier[/su_pullquote]

Los informes nacieron como herramienta innovadora de comunicación permitiendo a las empresas destacar los valores generados –incluida la información no financiera. ¡Un negocio redondo para las organizaciones que hayan decidido integrar el desarrollo sostenible en sus prácticas!

Una parte cada vez más importante del valor generado por las empresas no se incluye en los resultados financieros. Por consiguiente, deben buscar métodos innovadores con el objetivo de ofrecer una imagen completa de sus actividades. El informe integrado cumple esta función y permite además responder mejor a las expectativas de las partes interesadas: clientes, accionistas, comunidades, oenegés, etc. Por ende, ya que implica una reflexión global sobre la creación de valor, favorece asimismo una mejor integración de las prácticas del desarrollo sostenible en las estrategias empresariales. Las empresas reconocen este vínculo entre la innovación de productos ecológicos y el crecimiento de su volumen de negocios (Philipps en 2010), tan bien como el impacto negativo de los despidos sobre la pérdida de memoria colectiva de la empresa (AEP en 2011).

Una magnífica oportunidad para la función de contabilidad

El informe integrado responde a un proyecto ambicioso para conectar el rendimiento económico, social y medioambiental con la dirección de la empresa, es decir, un auténtico desafío. Los equipos de contabilidad tienen la oportunidad de integrar en su análisis los desafíos del desarrollo sostenible. El procedimiento no resulta fácil en la medida en que se necesitan adquirir conocimientos en materia medioambiental y adoptar a la vez una visión global sobre las actividades de la empresa. ¡Siempre es más fácil contar euros que calcular CO2 o contabilizar litros de agua! No obstante, cada vez son más las multinacionales (Danone, Engie o Unilever, entre otras) que han comprendido que integrar el problema del desarrollo sostenible en sus actividades industriales y comerciales podría ser una de las condiciones de su crecimiento futuro o incluso de su supervivencia. Para ellas, pasar de una estrategia medioambiental a una contabilidad medioambiental es ya algo normal. Cada vez es más habitual que inviten a sus partes interesadas (comunidades, oenegés, clientes, etc.) para que participen en la elaboración de su estrategia, diseñen y creen productos éticos, realicen inversiones sostenibles, etc.

Para controlar estas iniciativas, los expertos en contabilidad han tenido que aplicar modalidades de cálculo adaptados. El informe integrado proporciona la posibilidad de avanzar un poco más al valorizar el capital social, medioambiental y económico de la empresa. Habitualmente, se comienza por un producto, una gama de productos o una región, luego, el proceso se extiende gradualmente hacia el conjunto de actividades. Es entonces cuando el beneficio resulta real y el informe integrado se convierte en un instrumento que favorece la transformación de sus prácticas (producción, marketing, RR. HH., etc.), permitiendo mejorar el proceso de creación del valor.

Un enfoque integral y a la vez único

En Sudáfrica, las empresas están legalmente obligadas a establecer un informe integrado. En Brasil, no se impone ninguna exigencia reglamentaria, aunque sí están sujetas al requerimiento de los mercados (presión de los inversores). En ambos países, las buenas prácticas y las experiencias acumuladas son numerosas. En Europa, no es habitual, ya que nada obliga a las empresas a poner en práctica el informe integrado. Por más que el tema sea objeto de estudio desde hace 40 años, solo un reducido número de empresas (Novo Nordisk, Vancity, Natura) lo pusieron en práctica incluso antes del nacimiento del IIRC (International Integrated Reporting Council) que, desde 2010, pone a su disposición numerosas herramientas. No obstante, la amplia variedad de herramientas existentes no remplazará el trabajo de fondo que deben llevar a cabo las empresas. La idea de este enfoque no aborda únicamente la uniformización de las prácticas de las empresas mediante herramientas estándares (de cualquier manera, en constante evolución), sino que además consiste en mostrar un reflejo de su modo de creación del valor propio y de su modelo de negocio único.

Esta es la característica del informe integrado: global (empresas del mundo entero y de todos los sectores se comprometen a ello) y específico de cada empresa (ya que depende de sus actividades). Por otro lado, en Europa, pese a que existen grupos de trabajo sobre esta cuestión, las empresas tienden a crear reglas de información de manera aislada, ya que es lo que les permite mostrar de qué manera son especiales. Con los años, las firmas con más experiencia en este campo han podido desarrollar informes técnicos específicos (por ejemplo, contabilizar los litros de agua consumidos o considerar los efectos de su actividad sobre las poblaciones locales). Hoy, se sienten orgullosas por haber logrado aplicar una contabilidad medioambiental eficaz con herramientas propias. Por otra parte, el IIRC no intenta imponer un estándar y acepta voluntariamente procesos innovadores por parte de estas multinacionales. Su única ambición es que el informe integrado se desarrolle en el mayor número de empresas.

[su_note note_color=»#f8f8f8″]Por Delphine Gibassier y el artículo «IR, it’s like God, no one met Him but everybody talks about Him» (El Informe Integrado es como Dios, nadie lo conoce pero todo el mundo hable de Él), de Delphine Gibassier, Michelle Rodrigue y Diane-Laure Arjaliès, CSEAR Conference, Amsterdam, 9- 11 septiembre 2015.[/su_note]

[su_box title=»Aplicaciones prácticas» style=»soft» box_color=»#f8f8f8″ title_color=»#111111″]En Europa, Estados Unidos y Australia, las firmas se comprometen voluntariamente con esta iniciativa, ya que ven en ella una oportunidad de mostrar sus actividades favoreciendo la integración de desafíos de desarrollo sostenible. Los estudios han analizado desde el principio a las empresas pioneras en este modelo de informar que constituye una magnífica ayuda para todas las organizaciones que desean adherirse.[/su_box]

[su_spoiler title=»Definición»]El informe integrado es un informe conciso que combina los datos financieros y extra-financieros y que tiene por objeto mostrar a los inversores, así como a todas sus partes interesadas, por una parte, la capacidad que tiene la empresa para generar valor, y controlar los riesgos a medio y largo plazo por la otra. El concepto se promueve por la International Integrated Reporting Council (IIRC), una asociación internacional con sede en Londres, que fue creada en 2010 y que reúne empresas piloto, inversores y promotores de las normas de informar así como a grandes auditorías.[/su_spoiler]

[su_spoiler title=»Metodología»]Hemos estudiado la aplicación del informe integrado por una multinacional (cuyo nombre es confidencial), que ha participado en el programa de la International Integrated Reporting Council (IIRC). Los estudios se basan en la colaboración con el IIRC y en los profundos debates con diferentes empresas que buscan en todo el mundo establecer un informe integrado.[/su_spoiler]