El concepto de felicidad se ha popularizado tanto que, a día de hoy, es casi una carga, quizás incluso un cliché. Existe una floreciente industria de libros y programas de autoayuda que raramente van más allá de ser mero parche en una cultura enferma y estresada. Las empresas contratan a “directores generales de la felicidad” en el osado intento de medir, pesar y cuantificar la felicidad, como si una persona fuera solo “another brick in the wall”.

 

La importancia del equilibrio

Según el filósofo griego Aristóteles, la felicidad es bastante menos tangible que las actuales letras pop de color rosa. Para él, la felicidad era llevar una vida digna de ser vivida. Un tipo de vida capaz de mantenerse en equilibrio a pesar de los vientos del tiempo cambiantes.

Incluso el arte del equilibrio depende de nuestras habilidades y de las circunstancias generales de la vida. Aunque lo que parece crucial es la independencia de las limitaciones de tiempo y el estrés de nuestro entorno. Es bueno para nuestro bienestar tomarse el tiempo a la ligera de vez en cuando. Aristóteles habló de la aurea mediocritas, o dorada medianía, como el camino hacia una vida digna de ser vivida: ni demasiado ni demasiado poco, o lo que es lo mismo, una moderación. Algo que no es tan fácil como parece, lo que muchos jóvenes experimentan en sus primeros encuentros con los tiovivos, las chuches o el alcohol. Buda también habló del Camino Medio entre la austeridad y la indulgencia.

 

Mata a tus ídolos

Uno encuentra o, incluso, va creando, este camino equilibrado a medida que hace y deshace en función de las oportunidades que le da la vida. Sin embargo, a diferencia de muchos programas contemporáneos de autoayuda que abogan por un enfoque único, el camino filosófico hacia una vida más feliz cuenta con innumerables salidas.

Una vida más feliz no es más que el efecto secundario de llevar una vida digna de ser vivida, una vida con sentido.

Requiere comprender que las llamadas ideologías del mundo no son más que ideas fugaces disfrazadas de verdades incontestables e inalterables. Incluso Buda dijo: “Si te encuentras con Buda en tu camino, mátalo”. Significado: matar el concepto idealizado que inhibe el examen crítico de la propia mente.

Explorar, experimentar, probar cosas.

 

Amor filosófico

En vez de centrarse en la felicidad, sugiero poner todas las energías en crear una existencia significativa cultivando una relación más afectuosa y de amor en todos los aspectos de la vida: familia, amigos, trabajo, naturaleza, etc.

No me refiero al amor propio, obsesivo y narcisista, ni al amor romántico del núcleo familiar. Me refiero más bien a un amor más mundano, más transformador política o socialmente. Un amor que no discrimina, sino que abraza la vida en su multiplicidad.

El desafío para un líder filosófico es dar un paso atrás y dejar sitio al amor, es decir, renunciar a la necesidad de control, al deseo de pulir el propio ego.

Solo a través de un enfoque más honesto y humilde podremos establecer relaciones que en verdad importan. Solo así pueden manifestarse las revelaciones polifacéticas del amor.

El liderazgo filosófico consiste en proteger las múltiples energías de la vida, y no el propio ego. Ahí está también el potencial para crear un futuro que tenga que no pase por el dominio; sino un futuro de confianza, respeto, cuidado e igualdad para todos.

 

Finn Janning, Investigador y Profesor de Recursos Humanos de TBS


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