Vivimos en una sociedad cuya organización se basa, principalmente, en el capitalismo. La vida de muchas personas no solo consiste en ganar dinero, también en tener prestigio, cierto estatus y una identidad social. Incluso cuando las empresas aseguran que “las personas son lo primero”, se refieren a las habilidades y experiencias de sus empleados como “capital humano” o “capital cultural”.

Todo lo que hacemos tiene su precio, un problema que puede verse a través de dos conceptos: poder y libertad.

Hoy en día, los poderes que nos controlan (es decir, el estatus, el prestigio o la identidad) parecen invisibles a no ser que prestemos mucha atención. Pero —y he aquí el problema— rara vez prestamos atención porque lo que actúa como un poder invisible o imperceptible es también lo que hace que no prestemos atención.

La consecuencia es que no somos libres. La libertad puede ser vista como un problema y como una posibilidad. Es el devenir, enfatizando lo que devenimos cuando mezclamos el valor para enfrentarnos a los modelos y normas que nos gobiernan con el pensamiento que las cosas podrían ser diferentes. Así, pues, la libertad es más que mi libertad individual para hacer lo que me apetezca, porque eso aparca la forma en que todo está interconectado. La libertad es algo social; se trata de tener éxito en la creación de un futuro sostenible —juntos.

Para la mayoría de los filósofos —y esto probablemente no sea ninguna sorpresa—, el pensamiento es el mejor remedio contra las enfermedades del momento. Pero para pensar en sentido filosófico (reflexionar, contemplar y analizar), debemos ser capaces de amar, es decir, de relacionarnos con los demás y con el mundo prestando cuidado.

Sócrates es el ejemplo. Filosofó sin cobrar nada a cambio. Y mostró que la filosofía es social. Tal vez por esa razón hoy en día filosofar resulta algo difícil, nos hemos vuelto demasiado narcisistas. “El narcisista es ciego a la hora de ver al otro… Los medios sociales como Twitter y Facebook agravan este desarrollo, son medios narcisistas”, escribió el filósofo coreano Byung-Chul Han en su libro En el enjambre.

La pregunta, por lo tanto, es: ¿cómo aprendemos a prestar atención?

Filosofía y mindfulness en las escuelas

La respuesta es llevar la filosofía y el mindfulness a las escuelas a todos los niveles, aunque mi cometido pasa por las de negocios. El negocio, que forma parte del problema actual, podría convertirse en una pieza clave para dar con la solución.

El mindfulness es fácil de implementar como práctica de meditación no religiosa que contribuye al cultivo y el fortalecimiento de nuestra capacidad de prestar atención. Sabiéndolo, los futuros líderes podrían, con mejores resultados, tomar decisiones sostenibles y responsables que no estuviesen basadas en sus propios egos o en el de sus consejeros. El punto es cultivar una conciencia que vaya haciendo que tomar decisiones en nombre de otros sea casa vez más deseable—si más no, porque todos estamos conectados.

A mi modo de ver, la combinación de filosofía y mindfulness es uno de los activos más fuertes en contra de la rígida sociedad del éxito de hoy en día. Tal presión hace que muchos de nosotros suframos de tal manera que ni siquiera nos damos demos cuenta de que somos nosotros mismos los causantes de nuestras propias miserias. También es una potente herramienta contra la idea de que la transparencia, a pesar de socavar la confianza, que es la más elemental de las relaciones humanas, es buena per se.

Sin embargo, para que eso suceda, los futuros líderes deben actuar de manera sostenible, ser conscientes de la realidad, de lo que realmente pasa. Y es aquí donde las escuelas de negocios tienen su espacio para ayudar a la creación de un mejor futuro para todos, porque en lugar de hablar de atención y concentración, podemos desarrollarla. Y una vez que los futuros líderes adquieran esa consciencia cuestionarán, también, algunos de los modelos utilizados en los negocios.

 

Finn Janning, Doctor en filosofía y profesor en Toulouse Business School.


Etiqueta: Capital cultural|Capital humano|filosofía|mindfulness

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