Hablando de género, hay un dicho popular que pone en perspectiva la característica principal de los hombres magrebís: “el marroquí es un pastor, el argelino un guerrero y el tunecino… ¡una mujer!”.

Además de ser misógino, este chiste nos recuerda que el concepto de mujer ha sido utilizado con fines políticos, estéticos, de poder, de dominación, de clasificación social y muchos más. Cuando miramos la historia de las civilizaciones importantes de la humanidad hasta hoy en día, nos encontramos con definiciones degradantes (sino humillantes) de las mujeres, siempre presentadas, contadas, analizadas y diseñadas como un «ser» (y lo pongo entre comillas) inferior al hombre. La sociedad está organizada y jerarquizada de cara a mantener un equilibrio llamado «natural», basado en la idea que la mujer no puede existir sino a través de la figura o del rol de la madre. De hecho, el culto a la madre existe en las sociedades misóginas.

We can do it

En la historia de la humanidad, la consideración de la mujer ha sido también oscilante; a veces le dan un poco de visibilidad (reinas, soberanas o intelectuales), pero a menudo la ocultan. Por ejemplo, contrariamente a lo que pudiera pensarse, el renacimiento del derecho romano en Occidente redujo los derechos de las mujeres en todos los ámbitos.

La jerarquización de los sexos no es sólo un carácter cultural o social, sino más allá, ¡un hecho científico! Cuántas teorías filosóficas son masculinas por no decir misóginas… Por mucho que nos digan que las teorías no tienen sexo ni color político, sólo hay que leer Aristóteles, Rousseau, Kant para darse cuenta… En los años 50, los psicólogos han demostrado científicamente la inferioridad de la mujer, sus áreas de experiencia dedicadas a las artes y a las humanidades, y sus discapacidades racionales. Imaginaos que actualmente muchos autores destacan de hecho la ausencia de un histórico de estudios sobre las mujeres. Lo llaman proceso de deshistorización, un fenómeno que intenta negar los procesos históricos que afectan a la situación de la mujer. Todos los textos de referencia en nuestro poder están escritos por hombres.

La falsa evidencia de la superioridad del hombre es inseparable de la explotación histórica de instituciones como la religión, la familia, la escuela, (los instrumentos de control social en general) que han intentado a imbuir a las mujeres de su inferioridad.

¿Qué es una mujer en el siglo XXI? ¿Qué es una mujer después de 5000 años de humanidad?  ¿Qué es una mujer cuando los conceptos escapan al mundo ideal y se mezclan con las coloraciones socioculturales? ¿Qué es una mujer cuando ponemos la razón y el corazón al mismo nivel para decidir de su definición? ¿Qué es una mujer sino la definición que ellas deciden sobre ellas mismas y que las conduce a educar y transmitir?

Depende de nosotras, las mujeres, el detener la perpetuación del mito de la dominación masculina y de su proyección como única verdad social. Si continuamos manteniendo el patrón de la dominación masculina, permaneceremos ciegos a los cambios que caracterizan la experiencia de estas mujeres emancipadas y de estos hombres no dominantes.

Escrito por Wafa Khlif, profesora de Control de Gestión y Auditoría


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